8 razones para realizar la ruta de los pueblos blancos

1. En estos pueblos todavía se respira el aroma de su pasado andalusí

Lo enrevesado de sus calles, la cultura del aceite de oliva, la pasión artesana por los artículos de piel o unos tentadores dulces son algunos de los vestigios que aún permanecen y que conviven en armonía con las diferentes culturas que marcaron la zona. El patrimonio arqueológico de todos estos municipios es de lo más rico.

 

2. La belleza de sus calles y su peculiar arquitectura popular

De casas bajas dispuestas en estrechas calles y pasajes en zigzag. Con muchas cuestas y cuidadas de manera muy especial por sus gentes: aquí todo luce limpio, resplandeciente y colorido. No faltan los alegres geranios colgando de las ventanas.

 

3. Las tradiciones ancestrales de los pueblos blancos

Abarcan la ganadería, las almazaras de aceite, las fiestas locales, el flamenco y el trabajo artesano. Adentrarse en su cultura es sumergirse en la raíces del país.

 

4. Artesanía para los amantes del shopping y la tradición

Ubrique

se considera la capital de la piel (aquí se surten grandes marcas como Loewe o Dior). Grazalema está especializada en la tejeduría de mantas. Arcos de la Frontera es conocido por su cerámica. En Los Algodonales son famosas las guitarras y en El Gastor las gaitas. Mientras, en Torre Alháquime se decantan por los cestos y las alpargatas de esparto.

 

5. El paisaje que rodea a los pueblos blancos es magnífico

Especialmente los situados en la Sierra de Grazalema, declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO y el lugar donde más llueve en toda la península ibérica. Esconde grutas y cañones dignos de ver como el de la Garganta Verde.

 

6. Un entorno natural para el turismo activo

Es muy recomendable practicar senderismo en la Vía Verde de la Sierra, una ruta que sigue el antiguo trazado de trenes y que une los pueblos de Puerto Serrano y Olvera (35 kilómetros). Los más atrevidos pueden acudir a Villaluenga del Rosario a realizar espeleología en una de sus 80 cuevas.

 

7. La riqueza gastronómica de los pueblos blancos

Es en buena parte consecuencia de su pasado multicultural y de la excelencia de sus productos de la tierra. Entre sus especialidades productos como el aceite de oliva con Denominación de Origen Sierra de Cádiz, la carne de caza, el queso Payoyo de Villaluenga del Rosario, el Pajarete de Villamartín y el Bosqueño de El Bosque, los panes de campo y los molletes, además de recetas como las sopas de ajo y de tomate, la alboronía, los pestiños o las tartas de queso de cabra, entre muchos otros.

 

8. Arcos de la Frontera, está considerado como uno de los lugares más bellos de toda España

Sus casas encaladas cuelgan de una peña, con lo que la panorámica es bastante impresionante. En el casco antiguo se conserva el Castillo de los Duques, del siglo XV.

Por estas razones y muchas otras que descubrirá el viajero por sí mismo vale la pena adentrarse en la ruta de los pueblos blancos, ideal para aquellos que busquen cultura, naturaleza, gastronomía, artesanía y paz.